Estamos en una Era Global que nos lleva al consumismo diario y a una revolución tecnológica que, por lógica de vida, nos incursiona en la inmediatez y la rapidez de cambio. Ante un contexto capitalista y postmoderno, el mercado llegó también a conquistar el terreno sentimental por medio de las aplicaciones de citas para encontrar el amor de pareja, lo que hacen que sean tan populares y a la vez adictivas.
Tinder, Grindr, Bumble, Badoo, entre otras; son plataformas digitales de interacción que nos llevan a replantear el plano de las relaciones amorosas y sexuales al dar paso a nuevas posibilidades, estereotipos y modelos. Creando nuevas y fáciles formas de vincularnos, de comunicarnos y de amar a desconocidos.
La distancia geográfica dejó de ser un problema para la satisfacción del encuentro. Donde unos buscan amor, otros buscan sexo casual; calmar la soledad, curar heridas emocionales de la infancia, intercambios afectivos, llevar las rupturas en otros cuerpos e incluso una distracción temporal a sus problemas presentes. Así, en medio de todas estas variables en donde estamos al alcance de un clic para “encontrar el amor”, nos volvemos hambrientos de amores digitales. Si no contamos con las bases de una adecuada gestión emocional y la firmeza de una identidad personal ante estas interacciones, llegarán a fomentarse inseguridades: una percepción negativa de nosotros mismos, enganches emocionales y frustraciones, afectando principalmente nuestra autoestima ante el deseoso “Matcheado” de alguien a quien no conocemos, pero que ya la virtualidad nos ofertó y que compramos con nuestra narrativa mental.
El “match” llega a liberar dopaminas muy similares a las de las drogas. Les pongo un ejemplo: aunque el “ser seleccionado” sea la llave para iniciar una conversación, no necesariamente significa que vaya a existir una implicación emocional del otro e incluso mía (pero no estamos pensando en esto en ese momento). Ya se inició una descarga química ante la espera. La obtención del placer llega a estar influenciado por la motivación de la persona, y ese punzón emocional cuando algo nos es excitante o estamos ante una actividad placentera ya activa el circuito de recompensa de nuestro cerebro, por lo que pueden llegar a generarse adicciones comportamentales. Entonces, ¿es adecuado usar este medio para buscar pareja? ¿Tenemos todos el perfil idóneo para ligar por estas apps?
En un café con mis amigas y quiénes son colegas, les preguntaba si ellas usarían estas aplicaciones y la mayoría me daba un NO rotundo. Sus respuestas, basadas por sus estilos de vida, creencias sobre el concepto de pareja, espiritualidad, valores de familia, personalidad, y el tener una visión del amor desde lo tradicional (las velas encendidas, el coqueteo y el diálogo intenso), me deja claro que NO todos estamos aptos para ligar en estas plataformas; este medio NO es para todo público. Y lejos de los absolutismos de si son buenas o malas, todo depende del uso consciente y responsable que de mi parte demande.
Las preguntas que les haría a las personas que quieren buscar pareja en estas apps son: ¿En qué estado emocional se encuentran para buscar pareja?, ¿desde dónde me relaciono con una pareja?, ¿qué es una relación de pareja para mí?, y ¿si yo tuviera la oportunidad de elegirme como mi pareja, lo haría?
Desde luego, estas preguntas nos pueden guiar para aclarar el panorama de lo que estamos buscando en el plano amoroso. Desde mi experiencia usando estas apps, pasando del Love Bombing al Ghosting en cuestión de semanas por unos cuantos personajes, les dejo una pequeña lista de herramientas psicológicas que pueden considerar antes de tomar la decisión de experimentar en estas plataformas y poder ligar de una manera segura en la virtualidad:
- Honestidad contigo misma: ¿Cuál es mi objetivo al abrir un perfil en estas apps? ¿Busco una relación casual, hacer amigos, una relación formal…? Esto disminuiría decepciones amorosas y evitaría que nos vinculemos con personas que no buscan lo mismo de nosotros. Por eso es importante ser honesta con lo que se quiere y lo que se busca y no traspasar nuestro límite.
- Mi perfil en la App: Cuidá la información de tus datos personales, las fotos que compartes, los links que asocias de tus otras redes sociales. Hay usuarios que usan estas apps con otros fines: acoso cibernético o ciberdelitos como lo es el Romance Scam donde buscan la seducción para engaños financieros.
- Gestión de emociones: Cuando nuestras emociones están al borde, nuestra parte racional es “secuestrada”. Aprender a controlar nuestras emociones nos ayuda a detectar si estamos sustituyendo una emoción por otra que nos parezca más adecuada a nuestras creencias o la imagen que hemos construido sobre nosotras mismas (autoestima). Durante el flirteo virtual nos exponemos a experimentar sensaciones nuevas o exponernos a la crítica, a la intermitencia o la ausencia del otro. Estudios muestran que 4 de cada 5 adultos experimentan “fatiga emocional” por las constantes interacciones que se tienen al tiempo, y por la demanda que nos imponemos al mostrar una buena impresión, buscar cosas en común y llegar al objetivo deseado de concretar una cita.
- Mi autoestima: Las redes sociales nos permiten crear nuevos vínculos, autoconocimientos y acercarnos a intereses propios. Pero no pueden influir en quiénes somos por una opinión externa. La base de una identidad es la idea de lo que tenemos de nosotros, se trata de empezar a conocernos para conformar nuestro “Yo”, por eso la validación, el amor, el aprecio, el respeto, la percepción del cuerpo, deben ser visibilizados, valorados y atendidos por nosotros. Si sientes o percibes que el estar en la app te genera malestar emocional o está afectando tu autoconcepto, lo ideal es la desconexión y enfocarte en otros planes que te aporten bienestar.
- Utilizá las redes sin tanta expectativa: Hay señales previas de inmadurez emocional, ambivalencia e irresponsabilidad afectiva. Recordá que quien está en una aplicación de citas está conversando con más de una persona a la vez, detecta estas banderas rojas y retírate a tiempo.
Kimberly Santamaría es fundadora de la Clínica Transmuta, cuenta con más de 7 años de experiencia. Durante mucho tiempo se preguntó: ¿Cuándo iba a acabar este dolor, angustia, depresión, soledad? Y aunque fue una temporada acompañada de días grises; pudo contemplar con plenitud todo lo que la rodeaba familia, amigos, trabajo y naturaleza. Por eso hoy es, una Terapeuta Sanadora, Transmutadora y Facilitadora de procesos de cambio personal. Ha acompañado a muchas personas sin importar la edad o el género a liberarse, sanar a su niño (a) interior, desatar su fuerza mental, derribar sus creencias limitantes y acceder a otro nivel de conciencia.
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