La PRESENCIA es profundamente deseable, frustrantemente elusiva. Lo sé yo, lo sabés vos, lo saben todas mis amigas y amigos que viven en un mundo sobre-estimulante por expectativas del futuro e inseguridades del pasado. En mi experiencia estar presente es un precedente para cosas maravillosas.
En mi caso, intento cultivar presencia para nadar conscientemente en el caos; conectar con el flujo de la vida; y cultivar gratitud. Sin presencia no puedo escuchar a la brújula más preciada: mi intuición, que emerge del cuerpo y no desde la mente.
Cada una tendrá sus formas de conectar con presencia. Para mí, es viajar. Entre más lejos, mejor.
En diciembre del año pasado, estaba liderando un grupo hermoso de tic@s a mi país preferido del mundo: Nueva Zelanda. Con Wondermore, hacemos viajes con propósito que mezclan aventura con desarrollo personal; y el cultivar autoconexión con nosotras mismas y la naturaleza mientras viajamos, es uno de los pilares.
Mientras estábamos en las faldas del ‘glaciar Franz Joseph’ en la isla sur, atestiguando el doloroso y casi inevitable derretimiento glaciar… Un guía local nos contó una historia que me marcó. Éramos un montón, much@s tomando fotos y cagadas de risa. Pero Ale (una viajera que amo) y yo le brindamos total presencia a este señor y su historia. Nos contó como uno de sus clientes, presenciando este mismo glaciar en declive e impactado por los indicios innegables del cambio climático, en el año 2009 tomó una decisión contundente. Decidió cambiar drásticamente su futuro laboral y vender su empresa para dedicarse al cuido del medio ambiente. Para mí, fue inspirador. Para Ale, la señal que buscaba. Para otr@s que se tomaban fotos y las subían a IG (nada de malo, pero sin duda no era presencia), el evento ni registró.
Un mes después, Ale había no solo renunciado a su trabajo corporativo de años, sino que había conseguido un puesto en Sail Cargo, una organización dedicada al transporte marítimo sostenible. De pronto, un momento ‘equis’ de presencia significó un cambio de paradigma y dirección de vida.
No quiero decir que la presencia lleva al cambio, pero sí a la conciencia. Al reconocimiento de que está en nosotras el poder, de que a menudo “no puedo” es en realidad “no quiero”. ‘No puedo ir a este viaje’ es algo que a menudo me dicen posibles viajeras… Cuando lo que escucho es “no quiero enfrentarme a la incomodidad requerida para hacer este viaje”… algo que es válido, pero no significa que es imposible. En mi experiencia, esa decisión de tirarse al agua, reconociendo la incomodidad que viene con la aceptación de nuestro poder, es el momento en que los caminos divergen entre uno de abundancia, y uno de escasez.
Si no me creen, pregúntenle a Ale 🙂
Christine Rayne es cofundadora de Wondermore, creadora del podcast del Viaje de la Heroína y cantante en Passiflora. También fue contribuyente a este newsletter el año pasado con su testimonio sobre atravesar el cáncer y el galardonado corto documental sobre su proceso: ‘Resilencia.’.
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