La apropiación cultural puede ser entendida como la utilización de elementos culturales típicos de un colectivo étnico por parte de otro, despojándola de todo su significado, banalizando y lucrando con su uso. A menudo es retratada como dañina y se la considera una violación del derecho de propiedad intelectual contra la cultura de origen.
Esto sucede frecuentemente cuando personas u organizaciones que están ligadas al arte, la moda y la estética, utilizan a modelos blancas para representar estéticas no occidentales con ropajes, peinados y demás de culturas consideradas “exóticas” y también tienen la osadía de decir que están innovando. Un ejemplo de esto fue la ocasión en la que la prensa se volvió loca porque Kim Kardashian se hizo trenzas. Los halagos no faltaron. Para ellos era innovador, elegante, diferente, y no solo eso, le cambiaron el nombre al peinado llamándolo “box braids“, pero unos años atrás Zendaya (modelo y actriz afroamericana) fue criticada en televisión por usar dreads en una alfombra roja diciendo que se veía “ghetto” y que parecía que podría oler a marihuana.
Dicho esto, se puede concluir que, cuando una mujer blanca luce este tipo de peinados, se considera “classy”, pero si una mujer afrodescendiente lo hace porque es parte de su cultura y además su cabello fue creado para este tipo de peinados es “ghetto”. Es ahí donde se genera el problema de la apropiación, cuando las creadoras son discriminadas, pero las apropiadoras son alabadas.
Y es que la discriminación que sufrimos las mujeres negras por nuestro cabello se vive desde muy pequeñas, por eso muchas mujeres terminan alisando su cabello o utilizando extensiones con texturas más “aceptables ante la sociedad”. Ha sido tanta la discriminación que hace unos años en los Estados Unidos se pasó una ley que se le permite a la mujer negra, llevar su cabello en su estado natural al trabajo, llámese: afro, trenzas, dreads entre otros. Es por eso que llevar cualquiera de estos peinados para nosotras jamás será una moda, y sí un acto de resistencia y orgullo. Léase aquí.
Los idiomas minoritarios también pueden ser apropiados. Por ejemplo, cuando llegan habitantes de países europeos a Puerto Viejo Limón, abren sus negocios y le ponen nombres en creole (inglés criollo), no dando crédito a sus grupos originarios, robándose sus recetas (en el caso de los restaurantes) y lucrando de una cultura que no es suya. Pero, según ellos, no importa porque es “cool”, así llamo más la atención a mi negocio.
“Pero Stephie, vivimos en un mundo tan globalizado y también vivimos en un país multiétnico en donde tenemos contacto con tantas culturas, ¿Entonces me estás diciendo que no puedo hacerme trenzas porque soy una persona blanca? ¿No puedo usar un collar tribal de alguna región indígena porque no soy indígena?”
No, a ver, existe una línea muy delgada entre la apropiación cultural y la apreciación cultural, definitivamente vivimos en un país pluricultural, y está bien que haya un intercambio cultural, pero pregúntese esto. ¿Usted quiere hacerse unos cornrows, trenzas o dreads, porque está de moda, y quiere verse “súper cool”, porque vio una modelo famosa no negra con ellas, o su cantante favorito los usa y se quiere ver igual? ¿Le gusta el peinado y además de eso entiende la lucha por la que pasan las mujeres y hombres afrodescendientes con su cabello, entiende el trasfondo, historia y qué representa para la cultura afro? ¿Ya pensó en cómo las personas de esta cultura pueden sentirse si se hace alguno de estos peinados?, ¿El collar tribal que se quiere poner, dónde lo compró? ¿Se lo compró a esa mujer indígena que para ella representa su fuente de ingreso y cultura?
Otro punto importante de la apropiación cultural es el no caer en la ridiculización de diferentes grupos étnicos. Ahora que viene Halloween, ¿está bien vestirse de indio y ponerme un capo de guerra en la cabeza? Porque ¡qué chiva las plumas! ¿Realmente sé que representa esta vestimenta para esta comunidad? O ponerse un kimono y de paso me pinto la cara de blanco y llevo una sombrilla, ¡wait!, ¿pero eso no sería estereotipar la cultura japonesa?, recordemos que los vestuarios y accesorios que algunas comunidades utilizan no son disfraces, por lo tanto, debemos respetarlos, ya que cada pieza podría tener un significado importante para estas poblaciones, el respeto es clave.
En conclusión, la apropiación cultural, sería una manera de mercantilizar aspectos culturales que han existido desde hace tiempo fuera de los márgenes del mercado, y que han sido introducidos en este desde la perspectiva de la cultura occidental blanca.
Así que les invito a cuestionarse, ¿Hasta qué punto estas poblaciones están apartadas de los centros de decisión de la economía? ¿Hasta qué punto más bien estamos invisibilizando sus legados culturales en vez de visibilizar, educar y darles un espacio a los pueblos originarios para que compartan sus culturas? Para poderlas apreciar en vez de apropiarnos de ellas.
Stephie Davis es una artista oriunda del Caribe de Costa Rica, influenciada por géneros musicales como el gospel, el R&B, el reggae y el pop. Su misión es componer música que no solamente haga que los oyentes bailen, pero que además se sientan inspirados, llenos de poder y conectados con la visión de lograr sus sueños. La artista logra comunicar este mensaje a través de la letra de sus canciones, donde el público se sienta identificado e involucrado. Su música está llena de sus raíces, su cultura y sabor caribeño, y desea llevar esta magia y compartirla con el mundo entero.
Podés seguir a Stephie a través de Instagram, Spotify, Youtube, o su página web.
Si querés recibir en tu correo más historias de mujeres poderosas que estén luchando por un cambio en la sociedad y que inspiren a otras a hacer lo mismo, suscribite al newsletter de Círculos 3:33 aquí.