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Sanar Nuestro Diálogo Interno

Vivimos en un mundo donde los estándares poco realistas de éxito, belleza y felicidad son el pan de cada día. Este bombardeo constante de mensajes puede contribuir a la internalización de estos estándares poco realistas y a crear así un diálogo interno de insatisfacción y autocrítica, caracterizado por juicios hacia nosotros mismos, comparaciones constantes, inseguridad personal y dudas. Es decir, esa voz interna que nos habla se convierte en nuestro peor enemigo: nos juzga, nos critica y nos desanima.  Por esto, cuando nos damos cuenta podemos estar atrapados en un ciclo de autoexigencia y autocrítica constante, presionados por alcanzar la perfección y disquemotivados por sentimientos de inadecuación y fracaso.

Y es que hemos escuchado muchísimo que si nos juzgamos o nos criticamos por aquello que nos sale mal, nos motivaremos para hacerlo mejor en el futuro.  Para muchas personas podría tener sentido pensar que los sentimientos de inadecuación y de fracaso son ‘un motor’ para mejorar. Sin embargo, no es así y no es funcional vivir de esta manera.

Un diálogo interno negativo se convierte más bien en una fuente de angustia emocional que nos limita y nos impide acercarnos ese a éxito, belleza o felicidad que nos habíamos puesto como meta en primer lugar.

Aprendamos a defendernos, estemos ahí para nosotros mismos. ¿Qué pasa cuando a un amigo lo despiden del trabajo? ¿Le decimos que por supuesto eso le iba a pasar? ¿Qué es un inútil? ¿Qué pasa cuando a una amiga le termina su pareja? ¿Le decimos que probablemente es porque no era lo suficientemente bonita? No, no tratamos así a las demás personas, no nos tratemos así a nosotros mismos tampoco.

¿Cómo llegamos a esto? Para lograr esto es necesario comprender que la perfección es inalcanzable. No se trata de defender que lo que hacemos siempre está bien o de pensar que somos los mejores en todo, sino de permitirnos ser humanos y cometer errores. Si te tropezaste por andar distraído, bueno, es que tienes derecho a distraerte, te pasa y nos pasa a todos. ¿Por qué juzgarte por eso? Se trata de cultivar una actitud autocompasiva hacia nosotros mismos, aceptando nuestras limitaciones personales y reconociendo que tenemos áreas de mejora, pero que esto no es algo malo, es parte de nuestra condición humana.

Ser autocompasivos implica defendernos de nuestra propia autocrítica y tratarnos a nosotros mismos con la comprensión y bondad que le mostraríamos a otras personas cuando pasan por alguna dificultad o cuando cometen algún error.

Ahora, ¿será que esto nos impide crecer? ¿Será que es poner excusas que nos impiden alcanzar nuestras metas? No. Se trata de encontrar en la autocompasión un ‘motor’ más saludable para avanzar y para seguir intentando. Si algo nos sale mal, podemos comprendernos, defendernos y volver a intentar. ¿Será más fácil ser productivo en nuestro trabajo cuando nos decimos que podemos hacerlo bien y reconocemos y valoramos lo que vamos logrando? ¿O cuándo estamos tratando de hacer una tarea y nos repetimos constantemente que nunca lo vamos a lograr, que otras personas siempre lo harán mejor que nosotros?

Por otro lado, sanar nuestro diálogo interno es también aprender a valorar el crecimiento personal en lugar de centrarnos únicamente en resultados finales. No se trata de obtener el resultado ideal, sino de reconocer que hoy hacemos las cosas mejor que como las hacíamos hace un año. Hoy estamos más cerca de nuestros ideales que hace un año.

Siendo autocompasivos, desarrollando rituales de autocuidado, estableciendo límites saludables y aprendiendo a perdonarnos a nosotros mismos, es como vamos por el camino de sanar nuestro diálogo interno. Es un proceso continuo que requiere tiempo, esfuerzo, dedicación y muchas veces también el apoyo de un profesional. Implica reconocer la disfuncionalidad que tiene este, encontrar formas más saludables de relacionarnos con nosotros y a desafiar la forma en que aprendimos a pensar respecto a nosotros mismos. Cultivemos la autocompasión y permitámonos vivir una vida plena y auténtica, que valga la pena ser vivida.

Daniela Brenes es psicóloga Clínica especializada en el abordaje de trastornos de ansiedad, de la conducta alimentaria, disociativos y trauma, con formación en Terapia Cognitivo-Conductual, Terapia Cognitivo-Conductual Mejorada y Terapia Dialéctica Conductual Radicalmente Abierta. Además, está cursando la certificación en Integración de Mindfulness con Terapia Cognitivo Conductual en el Beck Institute. Se graduó con distinción de Máximos Honores de la Licenciatura y Maestría de la Universidad de Iberoamérica (UNIBE). Durante su carrera profesional, ha trabajado en diversos contextos, incluyendo consultorios privados, centros de salud mental y hospitales, donde ha brindado apoyo terapéutico a una amplia gama de pacientes. Su enfoque se caracteriza por su empatía, dedicación y compromiso con el bienestar emocional de quienes atiende.

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