Desde que era pequeña, fui una niña muy hiperactiva. Mi primer deporte fue el ballet; un deporte común entre muchas niñas. ¿Por qué? Debido al estereotipo de que el ballet es para chicas, nos hace ver “delgadas” y “estilizadas”. Pero este estereotipo es completamente erróneo. Las mujeres pueden practicar cualquier tipo de deporte sin perder su esencia.
Tenía 4 años cuando empecé mi trayectoria en gimnasia, al principio con el fin de “gastar energía”, pero con el tiempo me gustaba cada vez más. Empecé a competir desde muy pequeña, entrenaba 5 veces por semana, 4 horas diarias. No tenía tiempo para nada; solo iba a la escuela, entrenaba, hacía tareas y dormía.
Durante once años, no solo perfeccioné mi técnica y habilidades, sino que también desarrollé una disciplina que me ha acompañado en todas las facetas de mi vida como mujer y atleta. Competí en muchos países, representando a Costa Rica, intentando dejar en alto a nuestro país, acumulando experiencias y aprendizajes valiosos.
A los 15 años, tomé la difícil decisión de dejar la gimnasia; sin embargo, me ofrecieron ser entrenadora, y actualmente lo soy. Cada semana, ayudo a chicas que quieren aprender gimnasia, transmitiéndoles no solo técnica, sino también el amor por este deporte.
Después de dejar este deporte tan lindo, probé varios deportes como vóleibol, natación, gimnasio convencional, y tenis, pero ninguno me gustaba. Hasta que gracias a mi mamá encontré las famosas clases funcionales.
Estuve 2 años realizando clases funcionales y lo amaba, pero debo admitir que lo hice por un tema de imagen corporal. Al ser mujeres nos han inculcado que debemos de tener el cuerpo “perfecto” según las personas… y en ese momento de mi adolescencia no estaba feliz con mi cuerpo, había recibido ciertos comentarios negativos de como me veía y utilicé el ejercicio, no para salud, sino meramente estético.
Esos dos años seguí una dieta estricta y realizaba doble sesión de entrenamiento para verme “delgada” y alcanzar el cuerpo “ideal” según las redes sociales. Sé que esto no solo me ha pasado a mí, y por eso quiero compartirlo. Como mujeres, enfrentamos una gran presión sobre nuestra apariencia, pero les prometo que si logramos aceptarnos como somos, todo fluye mejor. Aprender a amarnos y aceptarnos a nosotras mismas es esencial para nuestro bienestar y felicidad.
En el 2021 decidí participar en mi primera competencia de CrossFit. Tuve dos meses para pasar de clases funcionales a aprender varias habilidades de CrossFit y, después de esa competencia, me enamoré de este deporte. Me acuerdo de que, al principio, mucha gente me decía: “Cuidado se hace muy musculosa que no se ve bien”, o “las pesas no son ejercicio de mujer”… y 3 años después con varios altos y bajos, puedo decir que es un deporte increíble donde las chicas aprendemos a ser hábiles, fuertes, y a desarrollar una condición buenísima, que a futuro solo nos va a traer beneficios a nivel salud.
Es un deporte realmente cansado física y mentalmente. En Costa Rica, los que practicamos este deporte no nos dedicamos a esto. Debemos trabajar, estudiar, hacer deberes en la casa, etc. Es un gran esfuerzo lograr sacar hora y media/dos horas para cumplir con el objetivo que se tiene. Además del esfuerzo de tiempo también está el factor alimentación (sana y balanceada), que es lo más importante en cualquier deporte.
Actualmente, hago este deporte, no para tener ese cuerpo “soñado”. Lo hago porque me hace sentir fuerte, ágil. Me hace sentir una mujer segura de mí misma; a superarme cada día como atleta y persona. Las mujeres somos exitosas en lo que sea que nos propongamos. Con esfuerzo y disciplina, todo se logra, nada más hay que tener paciencia.
Camila Mora es una mujer apasionada por el deporte y el estilo de vida saludable y balanceado. Estudiante de nutrición, atleta de CrossFit, ex gimnasta, y actualmente entrenadora de gimnasia.
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