Por Wendy Cruz
A todas nos contaron alguna vez el cuento de la cigüeña, esa que trae los bebés envueltos en una mantita y vuela de casa en casa. Nos dijeron que dar vida era fácil y mágico y ….¿Qué pasa cuando la cigüeña no llega? Nadie nos preparó para ese escenario. Eso no está contemplado en el cuento, pero es la realidad de 2 de cada 10 personas en el mundo y ese número va en aumento.
Yo soy una de esas mujeres a la que le tocó perseguir a la cigüeña, desenmascararla y desplumarla. . Mis hijos no llegaron volando en el pico de un pájaro, yo tuve que ir por ellos a pie por un camino distinto y abrirme paso en una selva desconocida.
-“No podrás ser mamá sin un tratamiento de fertilización asistida “ me dijo un médico a los 26 años de edad, y…¿Qué carajos es fertilización asistida? Yo solo había escuchado esos términos en películas de ciencia ficción. En las clases de sexualidad escuetas nunca me explicaron que el cuerpo podría fallar, nunca me hablaron de hormonas anti müllerianas ni de implantación, ni de calidad embrionaria. No me explicaron que las cigüeñas a veces no llegan. Y ¿Qué debía hacer entonces ?
Como periodista de profesión el instinto me llamó a investigar un poco más antes de tomar una decisión sobre mi diagnóstico y eso fue contraproducente, porque al investigar, me di cuenta de lo cruel que es esa enfermedad. Para mencionarles algunos detallitos:
-La cura estaba prohibida en mi país (Costa Rica) en ese momento.
-Si no tienes dinero no tienes acceso a los tratamientos.
-La mayoría de países no la incluyen en los servicios de salud como si se tratara de un capricho y no de una enfermedad.
– Si optas por alguna solución te van a juzgar siempre porque: “los tratamientos no son de Dios, adoptar un niño es una mala decisión sobre la que todos quieren opinar”
– La infertilidad es un negocio millonario y hay médicos que lucran con el dolor de otros , sin ética y sin escrúpulos.
La lista de sorpresas y limitantes para alguien que enfrenta infertilidad es tan larga como dolorosa. Me tomó años entender lo que tenía que hacer. Entre más buscaba información más confundida me sentía.
Le pregunté a familiares, a médicos, a sacerdotes, a pastores, a conocidos y extraños su opinión sobre este tema y no lograba encontrar una respuesta clara. La verdad todos opinaban sobre su propia experiencia y, a menudo, en su ignorancia.
¿Cómo se cura la infertilidad entonces? Sin duda no hay una receta, cada caso es distinto y cada nacimiento un milagro, pero el recurso más útil es la información; entender lo que nos pasa, conocer nuestros recursos, salirnos del mito y la ignorancia para poder tomar una decisión informada sobre lo que queremos hacer con nuestro derecho a la maternidad.
Los gobiernos, las iglesias, los políticos, ni siquiera los esposos, deberían influir sobre un derecho tan sagrado para una mujer, como el de decidir si queremos ser madres o no.
Para mí la cura llegó cuando empecé a conocer a otras mujeres que habían pasado por lo mismo, que habían enfrentado con valentía este proceso y habían logrado ver en el una oportunidad de crecimiento y de aprendizaje .
La cura llegó cuando logré poner en armonía mis recursos, mi realidad, mis principios y entender que si quería ser madre tenía que abrir la mente a un camino distinto. Tenía que estar dispuesta a ir con todo y contra todos.
Después de 7 años de un sube y baja emocional decidí acallar todas las voces que me juzgaban y me confundían. -“Voy a someterme a los tratamientos” me dije, “si eso no funciona voy a adoptar y si eso no funciona me subo en un cohete y voy a la luna a buscar a esos hijos que la vida tiene para mi”
Me prometí que si lograba superar ese episodio, iba a dedicar parte de mi carrera a ayudar a otras personas con información y recursos . El cohete a la luna no fue necesario, con un tratamiento adecuado llegaron mis hijos Santiago y Sebastián.
Hace dos años tuve también un hijo de papel “Cuando la cigüeña no llega” que resume toda esta experiencia y las historias de las mujeres maravillosas que encontré en el camino.
Juntas seguimos trabajando por informar, por ayudar y empoderar, por derribar los mitos que nos separan de nuestro derecho a ser madres.